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Amaranta Poética

Escribir es como revelar las fotos. No es el velar, es el develar. El remover impurezas y capas superficiales. Es el ahondar, el abrir camino entre maleza; es el descubrirse y redescubrirse. El hacerse camino; andar y desandar. Es pintura translúcida; bálsamo para el alma y para lo imposible de ocultar al otro o a sí mismo. No hay dos o tres caminos cuando escribes, es este; el de ser eso que siempre has sido. Donde llegas siempre, aunque te abandones o te niegues. Es ese polo a tierra que te salva cuando empiezas a perderte, cuando te extravías en mundos ajenos. Es casa, es el hogar.

Escribir es como revelar las fotos. No es el velar, es el develar. El remover impurezas y capas superficiales. Es el ahondar, el abrir camino entre maleza; es el descubrirse y redescubrirse. El hacerse camino; andar y desandar. Es pintura translúcida; bálsamo para el alma y para lo imposible de ocultar al otro o a sí mismo. No hay dos o tres caminos cuando escribes, es este; el de ser eso que siempre has sido. Donde llegas siempre, aunque te abandones o te niegues. Es ese polo a tierra que te salva cuando empiezas a perderte, cuando te extravías en mundos ajenos. Es casa, es el hogar.

Por esto y mucho más, heme aquí, porque la poesía me hace trascender; escapar de la vida trivial y un tanto oscura. Porque es el consuelo cuando no hay voz, cuando hay gritos de desesperación atestados y un ferviente anhelo de tejer la vida entre líneas.




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