Cargando...

Encontré en el cielo nuevamente

Aquí me tienes, perra mansa nuevamente, eres tú, quien le da sentido al que se acuesta a mirar el cielo; tú, viento, que abrazas la que mengua en silencio.
Complemento mío, que me inspiras a crecer, siempre tú, a quien he encontrado tras el sol, bello secreto de la vida plena.
Contigo que encontré la oportunidad de la dicha, mientras tu atmósfera consume mi herida y el cielo se consume en ansias. Por tu rayo, hendido el cielo cuando nube a nube pronunciaba ese tu nombre.
Me has dejado ser tu luna –también– y brillar por ti, por nuestro ser.
Viento, llenas mi alma de aire fresco; he conseguido exhalar poesía desde que la perfección en mi pupila habita.
Me regalaste la vida eterna entre tus letras. Desde qué te respiré, soy perfecta y pura, con alma de ternura.
Haz dejado ya de caminar a mi lado, volviéndote mi andar.
Heme aquí, mirando con misticismo eterno, como cualquier mortal que se sabe inmortal al verte.
Si tú, que encontraste tu cara tras los suspiros de mi alma.
Suerte la mía, que alcé frente ante aquel risco, donde más cerca me encontraba de tu cielo, “alza la voz”; bien aprendí del amor con tu ceguera temporal, con tu incógnita permanente y tu zozobra consiente.
Pese tu pasado, pese mi presente, aquí sigo, perdida entre tus huesos.
No seas sol, que desaparece cada noche, que parece tragarse a la luna, se viento, acaríciame, inúndame de aire y róbame el aliento, vivo reflejo de mi anhelo.
Vieja compañera, aspirina de mi alma, vida mía, pedazo de mi ser, que trajiste para mi tu desbordante inspiración y tu decorosa sanación.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Pawlina Shalin...



Top