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La mujer y ustedes, los hombres.

No vengan a decirnos algo diferente de ayer,
no “supongan” su explicación,
hemos sido amables y pacientes,
no confundan nuestra educación.
 
No queremos escuchar su “como si nada pasó”,
No queremos ver su sonrisa de “hay que intentarlo otra vez”.
 
Una mujer es una cadena de venda suave.
Encerramos a los hombres con nuestra dulzura y cariño,
se les entrega todo para que sean felices,
se cobijan para que tengan fuerzas y ambos ser protegidos.
 
Si su “encierro” lo pintan deshinchado,
la mujer sin querer dejara resbalar
la venda incluida en ella y se lastimaran solos,
se ahorcarán ustedes mismos de culpa y tristeza.

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