No creí caer tan bajo, limpio mis ojos y me mancho de maquillaje, me siento estúpida, a mis 25 años no debería de sentirme así. Observó por la ventana y la lámpara es la misma, la misma noche también, solo con 7 años menos.
Me siento como si tuviera 18, sola, temerosa y nuevamente con mis manías de encerrarme y sentirme desgraciada.

Es una presión interna muy fuerte, golpea brutalmente tu vientre y expulsa lágrimas, expulsa suspiros silenciosos, no vaya a hacer que mis padres se den cuenta, de igual manera para ellos soy una inestable desde los 12 años.

He estado enamorada y la sensación que siento al escuchar mi música es la misma, como dice el dicho – la misma persona te hará sufrir y te hará feliz– yo soy esa persona. Pero me hace falta madurez mental, y no logro conseguirla! Siento impotencia y desolación estar así noche tras noche, dia con día, siempre observando la misma maldita ventana. Por dios esto ya ni es poesía! Que vergüenza que me lean. Pero si, esto es triste, son rompecabezas de sentimientos, odio, amor, rencor, recuerdos, todo lo tengo ahora.

Rodeada de cuatro paredes añoro escribir, pero no doy ni un verso, no tengo sensibilidad, todo se ha ido muy lejos, cayó en el vacío del recuerdo. Regresaré al pasado para traer mi sentir, regresaré al pasado para recuperar mi emoción, regresaré al pasado para traer mi armonía, regresaré al pasado para reencontrarme conmigo misma.

Todo porque estoy perdiendome, estoy perdida.

Era feliz a los 20, me comía el mundo, sonreía torpemente, es algo que extraño ahora, si que lo extraño. No tener complejos, no mirarme tanto al espejo, quererme con aquella falsa floreada, siempre sonriendo torpemente, yo era feliz.

Llegaron los 22, comenzó a nublarse pero continuaba corriendo, entusiasta, queriendo armar y desarmar cualquier objeto, sentía que lo podía, ahora más pesado, pero podía. Podía con los 22.

Lleharon los 24, caray! Que sorpresa, me preocupaba mi estabilidad económica, deje de escribir y dibujar, uno de mis mejores pasatiempos, dedicaba mi espacio para aprender y sobresalir, compararme con quien sea y querer ser competente, no me daba cuenta que estaba deshaciendome.

Ahora a los 25 extraño todo eso, los más sinceros besos, los abrazos sinceros de mis amistades, todo quedó atrás. Pero regresaré por todo aquello.