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Ciego, ¿siempre será tu ayer mañana
¿Siempre estará tu pandereta pobre
estremeciendo tus manos crispadas?
 
Yo voy pasando y veo tu silueta
y me parece que es tu corazón
el que se cimbra con tu pandereta.
 
Yo pasé ayer y supe tu dolor,
dolor que siendo yo quien lo ha sabido,
es mucho mayor.
 
No volveré por no volverte a ver,
pero mañana tu silueta negra
estará como ayer;
 
la mano que recibe
los ojos que no ven,
la cara parda, lastimosa y triste,
golpeando en cada salto la pared.
 
Ciego—Ya voy pasando y ya te miro—
y de rabia y dolor—¡qué sé yo qué!—
algo me aprieta el corazón,
el corazón y la sien.
 
¡Por tus ojos que nunca han mirado
cambiara yo los míos que te ven!
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