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Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
Mamá Gallina Jabada viene con la cresta erguida y las patas enfangadas. Y su polluelo amarillo corre del nido al jardín
En su casa de hojas despierta el pájaro porque, anunciado el día, se entona el gallo. Canta seguido,
En la casa que recuerdo, en la casa, entre el naranjal y el cielo: plátano indio, plátano congo,
Le doy al niño de Chile la nueva patria que tengo: limpia y olorosa a limpio, patria dispuesta a quererlo como me quiere ella a mí,
La garcita campesina polainas de tierra y alitas de harina. Pañuelo al viento se ve la garza.
¡Que ruede la rueda de pan y canela! Que llegue al campo, que busque el trigo, que diga al agua
Subes a la portada, ¡quiquiriquí! entusiasmado cantas, ¡cucurucú! Veo tu pico amarillo,
Volando sobre el Moncada un zunzuncito llegó; lo saludó con su vuelo, volando se despidió. A la sierra fue el zunzún,
—Venga, venga, salamandra: ¡abra la puerta, saque la gata, busque la escoba, limpie la casa!
¡Tilín! ¡Tilán! Campana de oro de la mañana. ¡Tilín!
Entre las lomas el día nace. Límpidas gotas la noche esparce sobre la hierba
De la lunita nueva vuela una garza; tiene el cuello nevado, de azul las alas. Volando viene
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)