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Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos.
 
Porque ella no es un arca de codicia, ni una mujer
coqueta que trata de parecer más hermosa de lo que es.
 
Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean, la palpen,
la estrujen o la expriman.
 
Nada hay en ella que no sea yo misma;
pero en ceñirla como cilicio y no como manto pudiera
estar toda mi ciencia.

del libro "Poemas sin nombre" dedicado a su madre
(ver Poema I)

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