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La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil. As de bastos.
La luna gira en el cielo sobre las sierras sin agua mientras el verano siembra rumores de tigre y llama. Por encima de los techos
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas
Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.
Tienen gotas de rocío las alas del ruiseñor, gotas claras de la luna cuajadas por su ilusión. Tiene el mármol de la fuente
Sólo tu corazón caliente, Y nada más. Mi paraíso, un campo Sin ruiseñor Ni liras,
La elipse de un grito, va de monte a monte. Desde los olivos será un arco iris negro
En el café de Chinitas dijo Paquiro a su hermano: «Soy más valiente que tú, más torero y más gitano». En el café de Chinitas
¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!
Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Blanca tortuga, luna dormida, ¡qué lentamente caminas! Cerrando un párpado
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,
La noche quieta siempre. El día va y viene. La noche muerta y alta. El día con un ala. La noche sobre espejos