Anoche cuando supe que Ayrton Senna
se había inmolado en el circuito imola
me invadió una lástima polvorienta
una tristeza residual
nunca sentí admiración por la fórmula uno
pero este paulista temerario y eufórico
que retaba a la muerte en bólidos de fuego
dilapidaba un coraje tan tercermundista
que había que apoyarlo cuando por ejemplo
sometía al primer mundo de Alain Prost
biografía de horizontes curvilíneos
jalonada de triunfos in extremis
transcurría allá lejos / caliente de amenazas
aerolito terrestre y chamuscado
descreído y creyente / despiadado y piadoso
artesano de su propio martirio
intempestivo y drástico / veloz como un sollozo
se salió de la pista y de la primavera
los sueños se quedaron sin vanguardia
ya nadie habrá de izarlos a trescientos por hora
y en tanto los profesionales del exceso aturden
enmudecemos de homenaje y pena.