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Con collares de lágrimas adornaste mi pecho.
Con pétalos de sangre sembraste mi vestido.
¿Es que soy más bella con tocado doliente, o acaso soy más tuya cuando mueles mi carne con mi alma en tus molinos que no paran nunca?
¿Tan enterrada tengo la dulzura que necesitas sajarme por todos lados para encontrarla?
¡Y por qué quieres mi dulzura, si todos los panales se te abren y toda la miel es tuya antes de que la abeja la saque de su flor!
Extraño amante tú eres, que entre las coordilleras estrelladas aún reclama el amor de la leprosa, aún se obstina en nutrirse del mismo fango triste que una vez le salió de entre las manos.
Preferido o celebrado por...
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