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Mi prima Vera venía
por marzo, en la Primavera.
Mi jardín la recibía,
al tiempo que le decía:
—Bienvenida, prima Vera.
 
Mi prima Vera tenía
muy negra la cabellera
y la mirada fulgía
como una hoguera.
 
Ayer mi ensueño pedía:
—Vuelve, vuelve, Primavera...
Más nadie me respondía.
 
Ahora gritaré al Verano:
¿No tienes calor, hermano?
 
Al Otoño le diré:
¿Qué por fin es lo de usté?
 
Y al Invierno oscuro y frío:
¡Diciembre no es un mes mío!
 
Oh, ven pronto, Primavera:
Mi prima Vera te espera.

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