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Está prohibido escribir sobre cierta violencia
así que voy a hablar de la violencia permitida
 
el violento autorizado asiste comprensivo y curioso a tus
               cartas de amor acaricia contigo los muslos de tu
               novia escucha tus murmullos tus desfallecimientos
duro e infeliz se introduce doméstico en tu casa
pobre gendarme de repente promovido al horro manoseador
               de secretos y mayólicas
a veces ladroncito sin vocación ni melancolía
recién llegado al crimen rico del miedo
el violento autorizado ve con preocupación el camello que
               pasa por el ojo de la aguja
y ordena un silencio sin fisuras para poder vociferarte en el
               oído su higiénico entusiasmo por la libertad
 
deja el corazón en el hogar junto a los menos o en el
               apartamento de su hembrita tercera a fin de no
               comprometerlo cuando ultima a los heridos de ojos
               abiertos
 
el violento authorizado poro a poro te odia pero sobre todo se
               aborrece a sí mismo y como todavía no puede
               reconocerlo sabe que en el espejo ha de encontrar
               puntual su arcada indivisible su minifundio de
               vergüenza
 
tortura así con la boca seca malbaratando de ese modo sus
               insomnios y sabiendo muy en el fondo que todo es
               una gran postergación inútil porque la historia no es
               impaciente pero mantiene sus ficheros al día
 
el violento autorizado tiene una descomunal tijera para cortar
               las orejas de la verdad pero después no sabe qué
               hacer con ellas
 
no entiende de símbolos y lo bien que hace porque todo las
               calles las ventanas los ojos las paredes el cielo los
               puños los dientes son mercados de símbolos son
               ferias donde el futuro se ofrece como pichicha
               inesperada
 
el violento autorizado se mete en sus metales en sus fortalezas
               semovientes en su noche expugnable pero como deja
               un huequito para respirar por ahí se cuela no la bala
               perdida sino el guijarro
 
tiene miedo y lo bien que hace
 
el violento autorizado posee una formidable computadora
               electrónica capaz de informarle qué violencia es
               buena y qué violencia es mala y por eso prohibe
               nombrar la violencia execrable
 
la computadora por ejemplo advirtió que este poema trataba
               de la violencia buena.
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