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Pasaste, edad hermosa,
en que rizo el ambiente
las hebras del cabello por mi frente
que hoy anubla la pena congojosa.
Pasaste, edad de rosa
de los felices años,
y contigo mis gratas ilusiones ...
Quedan en su lugar los desengaños
que brotó el Huracán de las pasiones.
 
Entonces ¡ay! entonces, madre mía,
tus labios enjugaban
lágrimas infantiles que surcaban
mis purpúreas mejillas... y en el día
¡ay de mí! no estás cerca para verlas ...
¡son del dolor alquitaradas perlas!
 
¡Madre! ¡Madre! no sepas la amargura
que aqueja el corazón de tu Dolores,
saber mi desventura
fuera aumentar tan sólo los rigores
con que en ti la desgracia audaz se encona.
¡En mi nombre mi sino me pusiste!
¡sino, madre, bien triste!
Mi corona nupcial, está en corona
de espinas ya cambiada ...
Es tu dolores ¡ay! ¡tan desdichada!

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