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Por la calle brinca y corre caballo de larga cola, mientras juegan o dormitan viejos soldados de Roma. Medio monte de Minervas
Muerto se quedó en la calle con un puñal en el pecho. No lo conocía nadie. ¡Cómo temblaba el farol! Madre.
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Yo era. Yo fui, pero no soy. Yo era... (¡Oh fauce maravillosa
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
Leonardo: ¡Calla! Novia: Desde aquí yo me iré sola. ¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas! Leonardo:
En el café de Chinitas dijo Paquiro a su hermano: «Soy más valiente que tú, más torero y más gitano». En el café de Chinitas
Eras rosa. Te pusiste alimonada. ¿Qué intención viste en mi mano que casi te amenazaba? Quise las manzanas verdes.
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,
Altas torres. Largos ríos. Hada Toma el anillo de bodas que llevaron tus abuelos.
En el blanco infinito, nieve, nardo y salina, perdió su fantasía. El color blanco, anda, sobre una muda alfombra
Sevilla es una torre llena de arqueros finos. Sevilla para herir, Córdoba para morir. Una ciudad que acecha
Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas