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Será cuando la trompeta resuene, como escribe san Juan el Teólogo.
Ha sido en 1757, según el testimonio de Swedenborg.
Fue en Israel (cuando la loba clavó en la cruz la carne de Cristo), pero no sólo entonces.
Ocurre en cada pulsación de tu sangre.
No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno.
No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso.
No hay un instante que no esté cargado como un arma.
En cada instante puedes ser Caín o Siddharta, la máscara o el rostro.
En cada instante puede revelarte su amor Helena de Troya.
En cada instante el gallo puede haber cantado tres veces.
En cada instante la clepsidra deja caer la última gota.
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