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Llueve otra vez detrás de mis frontales.
Entre oreja y oreja nubes bajas,
oscuras como cajas,
se disfrazan de fieros animales.
 
Una mujer he visto cuatro veces
con los ojos comunes de nosotros.
Cuatro mil con los otros:
con los de padecer horas y meses.
 
Llueve otra vez
donde no hay más conmigo
que fieros animales,
que tiernos enemigos.
 
Llueve otra vez
detrás de mis frontales.
Oh, campo sin abrigo.
Oh, calle sin portales.
 
Llueve tan bien, que el fin de la semana
en vez de ser domingo en mi cabeza,
es sólo la tristeza
helándome el cerebro y la mañana.
 
Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvias sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca.
Preferido o celebrado por...
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