Cargando...
Echado en la cama,
escuchando a Sabina,
me entraron las ganas
de chocolatinas.
No sé qué sucede
cuando esto me pasa.
El caso es que es fuerte
y que no se me calma.
Vendido al delirio
me llego al estanco,
y emito un rugido
al verlo cerrado.
Decido otro sitio.
Camino deprisa,
con pinta de tipo
que busca heroína.
Ni un bar a esta hora.
Qué mierda Laguna.
No sé por qué historia
se cierra a la una.
Regreso cabreado.
Sin calma, sin “Tirma”.
Me tumbo angustiado
otra vez, con Sabina.
Las horas se vuelan
y no me concentro.
Me gritan las muelas
que busque remedio.
Sin más la despensa
revuelvo transido.
Ya azúcar morena
es lo más parecido.
Lo más parecido
a la chocolatina.
Ese único vicio
que así me domina.
Qué calma me inunda
con cada cuchara
repleta de azúcar
mezclada con nata.
Qué calma me inunda,
qué calma me espanta,
si pienso que nunca
se irá esta desgracia.
Que noche de muermos.
Maldita ruina.
Soy sólo un enfermo
sin su medicina.
Otras obras de Joaquín Sabina...



Top