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Elvio Romero, mi hermano,
yo partiría en un vuelo
de avión o de ave marina,
mar a mar y cielo a cielo,
hacia el Paraguay lejano,
de lumbre sangrienta y fina.
Le llevaría mi mano
derecha y aprendería
de ti
gota a gota el guaraní.
Le llevaría mi piel
cubana y le pediría
que a mí
ay, me fuera concedido
su corazón ver un día,
que nunca vi.
         Que sí,
         (me respondió Elvio Romero),
         que no;
         hermano, será primero
         que pueda ir yo.
 
Maestro José Asunción,
flores lleva tu apellido
y flores tu corazón.
¿No me será permitido
volar, volar y volar,
velar y ver
el territorio encendido
donde subiste a nacer,
volar y ver?    30
¡Verte el gran río, vestido
de selvas, volar y ver;
y verte el pueblo, teñido
de sangre, volar y ver,
y tu guitarra, que besa    35
como una novia en la noche,
volar y ver!
     Que sí, que no,
     quiero, no quiero,
     (José Asunción respondió),
     hermano, será primero
     que pueda ir yo...
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