#1981 #EscritoresUruguayos #PoemasDeLaOficina
Quién iba a prever que el amor, es… se dedicara a ellos tan formales mientras almorzaban por primera ve… ella muy lenta y él no tanto y hablaban con sospechosa objetivi…
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se lla...
La muerte es siempre una sorpresa… aunque uno comparezca con las bisagras herrumbrosas la gracia pasa pasan las desgracia… las promesas a veces se corrompen
Hoy me despierto tosco y solitario no tengo a nadie para dar mi queja… nadie a quien echar mis culpas de… sé que hoy me van a cerrar todas l… que no llegará cierta carta que es…
Para matar al hombre de la paz para golpear su frente limpia de p… tuvieron que convertirse en pesadi… para vencer al hombre de la paz tuvieron que congregar todos los o…
Hace ya medio siglo don Nicola creía que el lascivio prostibulo y el discreto vestíbulo era lo mismo
No hay vacunas contra la noticia v… la noticia veneno asombra desinfecta propone soslaya siempre nos toma desprevenidos y se opone a que hagamos nuestros…
Si un muchacho lee mis poemas me siento joven por un rato en cambio cuando es una muchacha quien los lee quisiera que el tictac
Volver al barrio siempre es una hu… casi como enfrentarse a dos espejo… uno que ve de cerca / otro de lejo… en la torpe memoria repetida la infancia / la que fue / sigue p…
Cada vez que alguien muere por supuesto alguien a quien quier… siento que mi padre vuelve a morir será porque cada dolor flamante tiene la marca de un dolor antiguo
Yo también tengo ruinas y si acudo al pasado ya no sé a quién o a quiénes busco entre los escombros son ruinas sin prestigio
La rosa de oro no se marchita ni tiene aroma el cielo ajeno que te envenena
Detrás del humo estamos todos saciados o anhelantes diezmados o furtivos los jóvenes que fuimos y sorprendentemente ya no somos
Sigo en pie por latido por costumbre por no abrir la ventana decisiva y mirar de una vez a la insolente
Aunque hoy cumplas trescientos treinta y seis meses la matusalénica edad no se te nota… en el instante en que vencen los c… entrás a averiguar la alegría del…