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A Carlos Pellicer

¡Que me impregne
el vendaval de las horas!
Huyo de los hongos cúpulas
paraguas paracaídas y caídos.
 
¡Viento, lluvia, azótame,
amásame un alma olorosa
agua que fuiste cenagosa
y te purificaste
en los azules tendederos!
 
Sepúltame contigo
no esperes de mí un impulso,
he sido siempre solamente un cajón
con un espejo y vidrios de colores.
 
¡Corramos a la lluvia!
Nunca ha estado tan orquestada,
es el Placer-que-Dura-un-Instante
y además ya inventaron los pararrayos.
 
Esta ola de viento
sabe a torsos y a hombros desnudos
y a labios y huele a miradas.
 
Mar, mar adentro
y luego húndeme y desgájame,
no quiero nunca guardar nada más.
 
Romperé mis anteojos verdes
y el sol bailará para mí
como un niño idiota que busca
el juguete que naufragó.

XX poemas (1925)

#EscritoresMexicanos

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