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XXXIV

 
Mi secre no me cuenta mis secretos,
con tal de madrugar, de madrugada,
me ordena ordenadores y tercetos,
periódicos, pudores, mermelada.
 
Aunque no hace vudú, ni pincha en vena,
ni envenena el vermú de mis amantes,
Maricielo arma la marimorena
si le tocan un pelo a sus cantantes.
 
Marimandona Ignacia Magariños,
sal de farmacia, mus de musarañas,
madre de la Pantoja de sus niños.
 
Por las entrañas pierde la cabeza
cuando la lluvia empapa las pestañas
que me pasan a limpio la tristeza.
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