Cargando...
Mira, muchacha, de pronto sentí ganas de escribirte una
carta para entregártela yo mismo y leértela yo mismo. No
quiero olvidar tantas cosas que debo decirte y por eso me valgo
de pluma y papel. Te leeré esta carta sentado en aquella
roca en que los dos hablamos casi por primera vez y casi
sin darnos cuenta comprendimos que la vida nos puso
pecho a pecho.
 
El tiempo que durará tu ausencia desbordará una noche
de vigilia con estrellas, con mosquitos, con estas voraces
ganas de comerte tu sonrisa, de hacerte descomunalmente
mía, como si no existieran los ómnibus, las gentes y las horas.
 
Estoy a punto de llorar pues de pronto me acuerdo de que no estamos
solos en el mundo. La noche se desliza, interminable, sobre los árboles
impasibles. Sueño una pesadilla en que tus besos caen al agua como
piedras mientras estoy atado de pies y manos, amordazado,
debatiéndome inútilmente.
 
Pero no, no es verdad. Estoy despierto. Sé que a pesar
de todo nos amaremos locamente, como si mañana (ahora
mismo) fuera la última vez, como si éste fuera el gran amor de
nuestras vidas, como si éste pudiera ser otro que el gran amor de
nuestras vidas.
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Fayad Jamís...



Top