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Una cierta melancolía

Hay en el aire una cierta melancolía,
como cuando se alejan los barcos de los puertos
y no se resignan los pañuelos en. el muelle;
hoy el sol no ha salido., .llueve desde hace una semana,
desde que llegó el otoño vestido de sepia y marrón
y decapitó lo más bello y luminoso del paisaje.
Es un verdugo el otoño, aunque nadie lo dice.
La ciudad no es la misma bajo el cielo oscuro,
nadie es el mismo en esta estación del año,
es difícil encontrar una sonrisa en días como éste.
De no ser por ti no habría salido con este día,
se me ocurre que hoy sale sólo la gente
que no falta nunca a ninguna cita.
Voy despacio y seguro hacía la lejanía de tu rostro,
presiento el final de nuestros besos y no me desespero
y no me desespero porque lo sabía amor mío,
sabía que en una tarde como ésta te irías para siempre;
he visto flotar el adiós en el azul de tus ojos,
desde las flores de 1a última primavera,
desde entonces tienes el equipaje listo
y el corazón distante;
no estoy sorprendido, de veras, ni desesperado.
Ninguna de mis palabras tendrá el peso suficiente
de un ancla, para que no abandones este desolado mar;
sí así lo quieres, que así sea.
No te pediré que te quedes ni te suplicaré.
El árbol pierde las hojas, no su dignidad.
 
Estos versos los escribí para ti,
esta mañana cuando me levanté y
sentí en el aire una cierta melancolía.
 
Cuídate, corazón, de los hombres de mar,
te prometen amor y no vuelven jamás;
cuídate por favor, de quien llega hasta aquí
con el rostro sin sol y una historia feliz;
cuídate del amor, elegante y cortés,
que te pide perdón y te engaña después,
cuídate mí querer porque yo no estaré nunca más
junto a ti no podré defender tu pudor,
tu verdad, tu razón, tu jardín;
eres lo que yo más quiero en el mundo
y moriría, amor, si algo te pasara;
cuídate, corazón, cuídate, cuídate
por favor, cuídate, corazón; cuídate...

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