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Yo me encargo de enamorarla

[Prosa]

¿Qué si cambiaría mis versos por un par de ojos verdes? ¿Qué si empeñaría mi tinta china para comprar vaselina inerte? Debe de saberse en todo el pueblo que soy poeta de cuna, más no profeta de vocación. Yo no parloteo disparates sobre el supuesto futuro, sino que escribo detalladamente sobre el presente maravilloso que el universo me regala cada segundo de existencia.
¿Qué si cambiaría mi dicción por seis cuerdas? ¿Qué si vendería mi alma al diablo por el físico de un semental? No necesito apantallar a nadie con estereotipos absurdos, prefiero ser el incógnito desgraciado al bufón de moda. A cualquier dama le atraen los músculos sobrenaturales y las habilidades extraordinarias, yo prefiero llamar la atención de una mujer de mi elección con mis versillos baratos pero sinceros y mi cuerpo que se nutre del romanticismo y el anonimato.
¿Qué si cambiaría mi mirada por un vehículo apantallante? ¿Qué si dejaría mi vida de mendigo para convertirme en príncipe? Las posesiones materiales son tan útiles como las armas para un ser que busca el nirvana espiritual. Una persona que llena su hogar de amor y serenidad nunca hará retumbar su voz entre las paredes como una pelota que viene y va. Prefiero vivir en la calle y enamorarla con mis trazos que ni a simples caricaturas llegan a cubrirla hasta los dientes de oro, plata y rubí. Mi amor la satisface, las piedras preciosas la asfixian.
¿Y si llegase otro canalla a interrumpirme mientras escribo un cantar a mi amada? Aquel que viste con los trapos más finos y come con cinco tipos de cubiertos me quiere dejar en el camino si de amores se trata, introduciendo sus ideas insolentes y demás boberías que llamarían por completo su atención, pero no pasaría a más. Esta escrito en las estrellas que yo soy el indicado para enamorarla y sostener su mano hasta el último aliento de su vida, esta decidido que yo le escribiré mil tonterías que ningún otro inepto podría siquiera plagiar. Me dedicaré hasta el cansancio, cada día que comparta conmigo a recordarle por qué me eligió a mí, a un pobre diablo que no vale más que su corazón y su alma, en vez de dejarse llevar por monedillas que solo sirven para envenenar el aire que solo ella y yo respiramos.
Seré yo el que saque la casta para enamorarla, así como ella me enamoró a mí por su linda manera de vivir, aclimatándose ante cualquier sensación entre sus mejillas. No caerá en saco roto, será mía el tiempo que la pueda aferrar a mi nobleza, y por mi parte, no esta en mis planes su alejar, ni hoy ni nunca.

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