Carta a Alicia.
Sus labios sangrientos me han depr… y de noche componen unos versos itifalóforicos y ragálericos ¡Labios abracadabrantescos besadme el alma, que sea drenada!
Cuando, llena de gracia, se recost… y se adormecieron los ojos de la r… me acerqué a ella con sigilo, como Sir Bob que busca el tacto f… Me arrastré hacia ella incansablem…
Como si mis pupilas estuvieran llenas de cenizas; vigilo tus pecas, sin encargarme de su protección...… con mis dedos heridos.
No deberia ser permitido utilizar el imperativo, utilizarlo en la práctica diaria, me refiero: no se puede obligar a querer. Lo mismo ha pasado con el condicional: vos no eliges ni a qu...
Al tocar sus senos, perfume envolvente de Milano. A nadie más debo confesar mis deseos,
Navegamos en la sequía de los ratos perdidos donde reinan los abrazos en una sábana de gabardina que nos… lo inesperado del viento,
Esta tarde se ha dormido, casi aurora y su caprichoso canto, casi luz de luna entre ramas de sauces Tu piel como una sensación de susurros de colibrí al picar su nectar en una rosa. Sin...
Esta noche no vengo a admirar tu c… oh bruja blanca llena de todos los pecados de un paria q… ni a lanzar tormentas inicuas en t… bajo el tedio insosegable que mis…
Por las calles de Santa Tecla solos y juntos iban nuestros cuerp… No por calles de adoquines, eran las de concreto las que amába… A ratos mirabas mis ojos,
Te conozco tanto, mi querida ansie… venís conmigo disfrazada en la pie… y te has construido una risa loca para que no pregunten a donde vas. Mi ansiedad, ah, querida,
Susurrar deseo el leve vórtice que corresponde a tus labi… haré de ellos mi armónica y bailaremos tanto que extasiaremos
Tu risa, los senderos abruptos de nuestro amor. Y tu cuerpo claro resplandor: inminente lleva mi afán jamás extinto. Conjunto de rompecabezas
Un rato de felicidad, vos y yo sentados en el techo, aparentemente dos, pero uno en alm… sentimos las vibras de Vida que fl… vos y yo, con la virginidad del ja…
Esta insanidad de saberme Dios, sin principio, ningún principio, sin deceso sobre el cual bailar, y ¡mira que yo bailo entre los mue…