Transcurrían los años setenta y había emigrado de San Telmo, a San Cristobal, luego a Barracas y en lugar de Puente Alsina, como, lo sugiere el Vals “Vieja Serenata” me fui para el Centro,para ser mas preciso a la calle Paraguay al 700.
Por Esmeralda se  hallaba en ese entonces el Almacén/Despensa de los Sanchez.
Un día de julio y a la tardecita, al ir a comprar, uno de los hermanos (Sanchez) comenzó a despotricar( no comentar) sobre la falta de productos y el encarecimiento de los mismos, un clásico argentino y en particular de las épocas “politicamente peronistas”. Pacientemente soporté(como verán no es nuevo)  hasta que de manera imprevista ingresó una persona que calzaba alpargatas, usaba bastón y moñito... y  lo llamaban  Don Arturo Jauretche. Sentí en ese momento una gran  emoción,aunque surgió en mi, la desafortunada ocurrencia del lucimiento y dirigiéndome a mi interlocutor, el ilustre Almacenero, con aire intelectualoide le dije “Y que vamos hacer Don Sanchez,  es la Gran Aldea, en referencia al libro de Vicente Fidel López, pariente del creador de himno Nacional, sabiendo obvio que Don Arturo me estaba escuchando.
Su replica no se hizo esperar y mirándome fijo y por arriba de sus bigotes blancos y anchos,me dijo:  ¡Muchacho que Gran Aldea, son las Mafias!
No recuerdo más, la sensación del papelón  se adueño de mi,sin permitirme  disfrutar de esa grandiosa y única oportunidad. Al pasar el tiempo pude reflexionar y hasta reconocer  que en tiempo record, casi para el libro Guinnes, había recibido de quien fue el mas brillante Sociólogo Político de la Universidad de La Calle (lease Off University Street)  una clase Pública, Breve y Magistral. Y aunque el lugar geográfico fue el Centro de Buenos Aires, no fue casualidad, que sucedió  “en aquel viejo y hoy casi extinguido, Almacén del Barrio”.
Doy fe que así fue, y les confieso, que nunca dejo de recordar y repetir ... que Grande, Don Arturo.

Raúl Peloni/ Luar de Santelmis