Seras siempre bienvenida
buena fe,
y nunca te daré,
como perdida.
Te vi serena
alguna vez en un café,
siendo confesora
de una amiga,
y otras te vi
llamar a una mujer,
para pedirle perdón,
por las mentiras.
Los años agigantan el dolor,
y los secretos como alegorías,
salen en procesión del corazón,
y en la buena fe curan su herida.