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*Vendedor Callejero

Un tablón, dos caballetes,
sentado y rogando al cielo,
entre ansiedad y consuelo
espera ese vendedor.
Alguien se acerca y pregunta
la contestación se ufana,
a veces con muchas ganas
y otras con poca ilusión.
Y así te pasan los días
habitante de la calle,
trashumante comerciante,
visible trabajador
que como ese caracol,
lleva casa y mercancía,
luchador del día a día,
soñador de algo mejor.
Las calles tienen sus reglas,
a veces son solidarias,
otras veces son ingratas,
vientos y lluvias tempranas,
el cuidar de los enseres,
soportar los menesteres
del dueño del territorio,
que recaudando a su modo,
se va llevando la plata.
Por eso la dignidad,
no acepta la sordidez,
el trabajar es un bien
siempre y cuando se comprenda,
que el trabajo no es ofrenda
es un derecho con ley.
Sé que muchos pensarán
la obviedad de mis palabras,
cada cual en su balanza,
pesará sus compromisos,
los míos tienen motivos,
que otros quizás no comprendan.
 
No existe oficio pequeño,
ni esfuerzo poco notable
por eso estos versos brindo,
al Vendedor de la Calle.

(2005)

Derecho de Autor

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