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Piedras

Dedicado a un amor de piedra.

Escribo los versos más dulces en el humo que expulso, para que el viento se los lleve y no me empalague, humo de un tabaco barato que me fiaron en un bar...
El mismo sitio donde te conocí la otra noche y hoy mis lágrimas secas corren por tú ausencia, lagrimas secas cómo tu corazón.

Deambulo abordo de mi caballo de acero por la ciudad herida, quizá con el ánimo encendido, quizá con las ganas de cruzarme con tu sombra en cada semáforo; algunas lunas me han llevado hasta tu nuevo hogar, es uno de esos cálidos con aroma de familia, una que el destino me arrebató en 8 eneros y un febrero.
No se de vos ni de mí, solo se que conduzco al beat de “In a mood sentimental” de Coltrane, rezo con desespero a un dios muerto por que seas feliz, rezo letanías en Si bemol...
Rezo con despacitud los pedazos que recuerdo de Cortázar, tal vez para levantarme el ánimo, pero...    ¿vos...?   ¿Rezás?   ¿Me recordás? Supongo que no.... Imagino que vas al tambaleo de algún monitor médico, de esos que leen los susurros del kokoro, de esos que le dicen a los muertos cuánto vivos están.

Suspiro y ya.

Continuó hasta llegar a casa, allí me revuelvo el alma hasta quedar inmóvil, como piedra; piedra que una a una empaco en la maleta del trabajo quizá para no sentirme vacío, quizá para no ponerlas cómo pisa papeles en nuestras fotografías o en nuestros minúsculos recuerdos.

Larry

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