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Muros

 
 
En mi país los muertos tocan
los muros constantemente,
tienen conciencia de hacerlo
se ha vuelto hacer patria,
están en los andamios y escaleras
de las calles, las ventanas
los ven pasar de un lado a otro.
Son tantos que ya no cuenta
el nombre, es un número
más en la historia, contando
los hechos, almacenando datos.
Es la historia que escribimos hoy
el mañana no existe entre
los muertos, ni la inseguridad.
La pobreza cobra sus víctimas
porque los roba patria están
en paraísos fiscales, eludiendo leyes y los pobres debatiéndose entre el hambre y la delincuencia.
Nos dejaron la miseria y aún así,
no reaccionamos no tomamos
las riendas, del país,
la delincuencia persuade, seduce
a los muertos.
El poder los enajena, siendo uno más en el espejismo.
Las viudas lamen lágrimas saladas, los huérfanos se funden al odio.
A la soledad en la llama del candil
y los rezos a dios que está lleno
de plegarias, y las de él.
Como nube gris que parpadea llovizna,
son los cielos de los dolientes,
dolor que pare lástima
que no tienen consuelo.
Los muertos de mi país,
ya no se defienden, son un número
más de estadísticas engavetadas.
En el silencio se confunden las caras y las sombras no se apartan de sus alaridos, conjunción etérea,
humus del viento, calle de lágrima.
Río de lamentos en la profundidad,
huesos invisibles, destierro
de la piel húmeda al vapor del sol.
En mi país hoy los muros
son de muertos que nadie reclama,
nadie los vela, sin cruz del perdón.
Sin esperanzas que esto acabe
solo la plegaria en labios
del consuelo y tristeza del doliente.
Emana exilio del grito, dientes mordiendo el polvo del dolor,
úlcera por el hambre de los muertos.

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