Chargement...

ELEGIA PATAGONICA

Editado en formato libro: Pien, Sandra: del libro Patagonia Rumbo Sur, Ed. Vinciguerra, Buenos Aires, 1998

ELEGÍA PATAGÓNICA
 
I
VIAJE INTERIOR
 
He aquí por fin la calma
del silencio.
Dejé atrás el camino
kilómetros
aviones
rutas
ripio
polvo
imperativos del no seguir
peregrino
desvaneciéndose
en el horizonte.
Ansiaba abundarme
llegar al lugar
del no lugar
este destello de los sueños
dominio de lo invisible
de la propia mente
en viaje al corazón.
Recibí un interior mandato
de ascender y descender
espacios opuestos
claroscuro de valles.
Avanzo
atravieso
nuevas leyes
de orden de vida
me descascaro
de figura trágica
sombra dispersa
atormentada por la ciudad.
No hay ya humanos
calma aparente
en la penillanura de rocas cristalinas.
Vi mantos de lava
vi sedimento de milenarios mares
vi bosques luego petrificados
vi huellas jurásicas
hechas ópalo e impronta
vi ríos eyaculando
en el verdor solitario
vi hielos y cataclismos
vi lagos lechosos
vi relieve de mesetas
y vi montañas
desertando del desierto.
 
 
 
II
RIO PINTURAS
 
Valle del Río Pinturas
sinfonía modelada
en lluvia y viento
escenario de fuerzas
del caos y del cosmos.
Este hoy aquí
es eternamente mudable.
Se inquietan
los precipicios
este hombre es el extraño
un cóndor
libera su ala andina
esparce
el antiguo humo
vía de diálogo
con lo superior.
Se debe seguir
la senda de pies tehuelches
para alcanzar
las manos contorneadas
pigmentos de cumbres
donde adentro
ululan naturaleza y destino.
Cueva de las Manos
abrigo rupestre
de grávidas hembras
rondas de hombrecitos
cazando
mágicos ñandúes
mapas vivientes ocultos
en los frisos muertos.
Imposible resistir
mi mano
en la otra mano
en el hueco rocoso ancestral
de la energía
raíz hundiéndose
en el rito.
El arrullo del río abajo
asciende por el cañadón
voces de la tierra
cantan
la vida humana
círculo concéntrico
del gran viaje
hacia el laberinto.
Estrella de barro
estrella de luz
en el hilo de plata
comienza el camino vital.
Se debe ahumar al niño
liberándolo
de contrarios espíritus
será guerrero fuerte
sabrá de aguadas y pasturas
de manadas de guanacos
de caballos de crines enmelenadas
encenderá fuegos familiares
respetará la armonía terrena
su cuerpo será sahumerio
los dioses
lo verán exhalando
en el paterno Camaruco
elevará
gestos corazón mente alma.
Descendí con la tarde
hacia el agua serpentina
desperté
herido chorrillo
paisaje esencial
alegría primigenia
aferrada
al canto del universo.
 
III
EL OTRO
 
Guardaban celosamente
el secreto del fuego
magia caída
con el rayo
provisión divina de luz y calor.
Se ungían
con purificada ceniza
victoria
contra el poder
de las tinieblas
en el aire helado.
Ante la noche
altos fuegos sacros
trascendían las pupilas
sin preguntas
sin principios
vibrando
en primigenia comunión
seres y bestias
en la tierra de los fuegos.
De pronto
el otro
destelló magnífico
en las aguas en movimiento
emprendió el viaje
épica traslación
en el espacio
inevitable búsqueda
de si mismo.
Imaginó
naos furiosas
embistiendo
un paisaje esencial
prueba de evolución.
Descubrió
tardío horizonte nocturno
la isla de las piras gigantescas
faros fálicos
de perpetua llamarada.
Regaló a cambio
pestes europeas
umbilical imperfección
enfrentada
a la experiencia
del sentido.
Inevitablemente
cada uno fue el otro.
Fuego ultraviviente
del bien y del mal.
 
 
IV
PLEGARIA  PARA
UN TEHUELCHE
 
Viento galopante
privilégiame
compartiendo tu recado
tu matrón tejido
y un quillango de plumas
sobado y cosido
con venas de ñandú.
Hazme dormir
en tus orillas
consuélame
en tus bosques ermitaños.
Dale a mi espíritu
la dureza granítica
del rosado Chaltén
y brota en los espacios inmensos
del alma
ritmo elemental
de coirones.
Enderézame
maderas de calafate
con grasa caliente
para otra pelea
con mejores flechas.
 
 
 
V
EL REVÉS
DE LA MÁSCARA
 
Todavía en las alturas
de los cerros
planea majestuoso
el cóndor.
Todavía
distancia y cielo
resplandecen
en la inclinación del coihue
crepitar de antiguas fumarolas
con los colores de la tierra.
Las arenas centenarias
guardan aun las huellas
de Magallanes y Drake
de los onas enjaulados
en la exposición de París
de evangélicos ingleses
ordenando creer
en otra lengua
para otro Dios
de quiméricos buscadores de oro
en el faro del fin del mundo
de colonos rubios
dispersando ovejas mareadas
de Saint Ex en su Laté
galopando la Aeroposta
inventando otros vientos.
Todavía
uno puede bajar
de cara al mar más azul
bailar el esfuerzo
de tozudos mortales
entre los guijarros
crujientes salobres
con ojos oídos
pensamiento iluminado
por el horizonte.
Trocar
lo antropocéntrico
en naturaleza profunda
para asir
la soledad terrestre
aliviar la nostalgia
y ungir el misterio
del ensueño patagón.

Préféré par...
Autres oeuvres par Sandra Pien...



Top