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La herida de Érebo.

Cuando la muerte murió no fue llorada
 
En la oscuridad el dolor se volvió respiro
 
Desde entonces una daga se clavó en su pecho
 
La razón del escape, el escape de la razón
 
En la captura de alguna mirada abrigadora
 
Se transformó presa de su propia soledad
 
La frustración por bandera
 
El fuego por destino
 
Y ya no volverá más.
 
 
El vuelo ajeno de lo cierto le es dolido
 
Cuando se toma el tiempo por asalto
 
No queda más que caminar sin avanzar
 
En la comunión de lugares negados
 
Una fosa se abrirá en su mirada
 
Esta será la redención de lo justo
 
Cuando el cielo caiga
 
La oscuridad tendrá su revancha
 
Porque cuando la muerte murió no fue llorada.

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