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Casa de Cristal

HOTEL SUAMOX

He de contemplar muchos ojos en el cuarto verde, pero ninguno detenerse a complacerse en mí. Los que más recuerdo son los de Leandro con sus pestañas largas y las puntas rojizas por el sol, extasiarse al ser lamido y relamido por mi lengua. En un juguetear intenso de toques de tic tac en su blanca córnea por mi ruborizada, almendrada y sumisa lengua. Él llegaba al clímax en un parpadear. ¿Y yo? bueno, yo solo tomo los billetes,  unas almendras y un pequeño vino tinto, para contemplar a la lámpara y bajar su luz.

Me ha de gustar un día no tomar los billetes, sentarme a su lado, mirar su rostro y decirle a Leandro que me bese en los labios con su boca tibia; pero romper ese juego de abrazar sus pupilas con mi lengua es desvincular sus entrañas de mis papilas. Es borrar de ipsofacto que ese es mi primer y único beso dado a un hombre. Es generar otra intimidad para la cual ni él, ni yo estamos preparados. Además no es profesional que yo me involucre sentimentalmente con mis clientes, es más, muchos no saben mi nombre y yo procuro olvidar el de ellos. A veces me llaman Layla, Andrea, incluso Linda. Linda me lo puso él un día que cambiamos de hotel. Solía frecuentar el Hotel Embassy Suites en Chapinero, solo que a ese lugar Liliana (su ex esposa) tenía la costumbre de ir y hacer espectáculos dantescos de celos. Una de esas veces ella, con sus manos delicadas y tersas por el spa (que Leandro siempre pagaba con las tarjetas de crédito) tomó el jarrón de flores de la recepción para lanzarlo a la cabeza del famoso empresario de textiles que salía en ese tiempo con una estudiante de Licenciatura en Humanidades de unos veinte o veintiún años de edad. No puedo olvidar esa escena puesto que yo era esa estudiante, además porque no fue la única vez que vi la cabeza de Leandro estallar en sangre. A ese tipo de eventualidades decidió pasarse al Hotel Suamox en Teusaquillo; también porque sus tarjetas no podían cubrir tanto los caprichos de Liliana como los suyos y yo gratis no trabajo.

Conocí a Leandro en la Casa de Cristal, un bar ubicado en Bogotá cerca a la autopista norte con ciento setenta. El nombre se lo puse yo un día que conocí como mesera una botella de vodka Crystal Head con su copita en forma de calavera...

https://www.youtube.com/watch?v=nXPvkPYVNNs

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