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Lepus / leporidae.

A tus manos rozando las mías.

 “ La noche... Tus ojos... Un poco de Schumann... Y mis manos llenas de tu corazón.”

Se han visto liebres vestir y desvestir cuerpos, almas, objetos. Se las ha visto también estáticas respirar pausadamente y mirar sin contemplar el horizonte de posibilidades que se les presenta y, aunque se las ha visto con orejas tibias de colores y tranquilas hay unas con faltas de caricias, liebres sufridas que corren a jugar entre ellas mismas lastimándose y relamiéndose en un parqués  gigantesco de maldades sin  reglas, sin azar. Por supuesto no son jóvenes, ni tampoco viejas, ya no son ingenuas pero no son interesadas. Al tiempo, mueven sus extremidades y las huellas húmedas que dejan al tocar las flores venenosas muestran un instinto astuto-arrollador que permite  descubrir cuando se posan en el otro sin reproches, sin pasados, sin fingir y sin afán. Hasta permiten entender que se puede ser liebre porque se puede ser observador y sentir como ellas, lo que ellas son, por ser en esencia o en algún punto instintivamente observadoras– observadas, hasta hacerlas alejar por el miedo que les puede representar un otro o bien por el deseo de tener algún contacto.

Se descubren por error, no hay duda, no saber de su existencia hasta cuando llegan. Ellas no quieren ser vistas; es normal por su instinto de supervivencia, pero ya todos las perciben, tiernas y ágiles las tienen; aunque la enigmática posición de su ser hace querer tenerlas más  cerca. Esas liebres no logran descubrir lo salvaje en la aparente candidez cuando ellas tocan a su oponente. Liebres de noble fuerza, humilde latir, de pausadas patas que levitan, uñitas, uñitas, uñitas. Toda naturaleza guarda binarismos, una uña es dos veces y uno desde donde se le mire, la intensidad es treinta veces más si el diminutivo aparece apuntando al sutil respiro o al salvaje paso. Liebres, liebres,  libres, hasta las palabras se revuelven, quisieran llevarlas a casa pero ¿qué se es para arruinar su calma?...

Una vez me preguntaron qué pensaba de dos manos, de esas manos que se tocan. He aquí mi respuesta.

Me estas quemando y te necesito.

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