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Si tu me miras

A Gabriel

Alguna vez quise, por un segundo estar tranquila. Hoy me encuentro en una posición que me disgusta un poco, debo serte sincera, y sabes bien que eres el primer hombre en lograr de mí esa absoluta certeza de hablarte sin mentiras. Me disgusta la idea de encontrar en tí todo aquello que me motiva a seguir en cualquier dirección con fuerza y ver que no estarás para mí porque tu ya has elegido unos caminos. Yo no sé si hago bien en escribirte, pero me es necesario contarte lo bien que luce aquella esquina cuando nos sentamos a conversar, pero es difícil comprender que el conocernos se limitará solo a eso, a conversar mientras se consume el humo en mis pulmones.Lo menciono en el sentido de tener ese momento único donde ni tu ni yo nos preocupamos si se nos hace tarde, si la vida pasa y algo encontramos de nuevo que nos revuelque la existencia.

¡Sí! Encontré un espacio para estar tranquila y ese espacio me lo brindas tú. Malaya saber que solo somos en la medida que esa esquina nos percibe y nos mezcla en miradas, porque ese es el límite, esa es la extensión que la circunstancias nos dan y aún así lo entrego todo de mí por ser auténtica, por ser para ti y para mí, en amor, en gratitud, en ternura.

Eso me molesta, porque hace mucho no lograba sacar el caos interior para conectarlo con mi exterioridad, contigo, con un otro que me mira y se deleita en ello porque desde mi ser es sincero. Me molesta el hecho de querer besarte, bien lo deseo ¡maldita sea! Si tu me miras se me deshace el mundo y todo parece estar mejor, pero ¿Si lo logramos? ¿Si cruzamos esa barrera entre tu mirada y mis labios?¿habrá tranquilidad? esa, la constante duda, ese cúmulo de incertidumbres que el recuerdo evoca por lo ya vivido, me previenen de un algo desconocido pero latente hacia el futuro perverso. Cada que lo pienso, se me estremece el cuerpo, se me aprieta el pecho y solo puedo decirle a mi cabeza “No lo hagas”.

Gabriel, poco he de conocerte y siento tener desde tiempo atrás tu voz en mi cabeza. Hoy, tan lejos uno del otro, se de tu pudor ante las cosas, se de mi ternura, he desaprendido de mí y he aprendido de ti, tanto así que te extraño, no con nostalgia, ni ganas de llorar ¡te extraño! en verdad lo hago, extraño porque me vuelves extraña de mis pasiones y mis deseos, porque logras coincidir con el más mínimo detalle con mis gustos sin generar una dependencia, por ello me pueden más mis ganas de respetar tu espacio aunque de día y de noche yo quiera amar, amarte a ti con libertad.

No puedo prescindir de ti, no puedo ocultar ni a ti, ni al mundo, mi cariño. Y saber que me devolví en aquella esquina a esperarte, con el palpitar inquieto, con el sudor en la conciencia para verte cruzar, solo me da a entender que el mundo se jacta de la causalidad dando a mi entendimiento que también me extrañas, porque tampoco se te es ajena esa extrañeza de las cosas, de las personas, del presente, esa sensación que se pega cuando sabes que estás viviendo de verdad. Pero dime ¿Si tanto la amas, por qué me buscas en esa esquina? Mi tranquilidad está, con el tiempo logré aprender qué era eso y es decisión mía cruzar o no cruzar, pero ¿Tú?¿estarás seguro de dónde deseas estar? Por ahora solo deseo de ti una mirada, solo puedo  quererte con ella, en silencio aunque se desee más, mucho más.

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