No se escribe para nadie
y las voces que se leen
son los ecos de uno mismo.
Me suceden las olas
me suceden los pies
con que camino.
Tiempo recurrente, aire
que se entrega en un beso
sostenido.
Me duele el desierto, una espalda,
el aroma de una muerte y un olvido
segundero insaciable: come el pan
de mi hastío.