Los relojes reclaman el césped de la mañana ebrio de rocío, sí; pero con aroma a estiércol en las entrañas.
Allí donde nuestros pies No tocan el suelo Donde nuestras manos Alcanzan las nubes Los deseos transpiran
He visto rosas desde la alcantarilla y también he bajado a la alcantarilla sosteniendo
¿Qué razón justifica que seamos eslabones dispersos en la garganta de un mundo sin canciones de solidaridad? De ser partículas atraídas por contratos mercantiles viajando en dirección c...
Que cada cual sobreviva como mejor sepa, cuando en las noches las estrellas y la piel no se entrelacen las manos,
Hay una inmensa nostalgia en Lisboa. La ciudad del fado es como una amante que te incita a descubrir sus secretos prohibidos, a entender el lenguaje que se desprende del fuego, de la b...
Mis manos palpan El corazón del barro Lotos florecen
El jardín de los helechos crecía sin miedo; habían cometas, libros y seres de otros mundos y la alegría me daba su mano
La habitación 11:11 con sus once puertas y sus once ventanas nace de los movimientos que se alejan de mi cuerpo
Todos tenemos nuestro otro yo, ese que dejamos fluir cuando nadie nos ve o simplemente con esa persona especial. Muchos temen mostrarlo por temor, por orgullo o por instinto de superviv...
Toda la dicha cabe en un suspiro de tiempo, en un balbuceo de fiebre amarilla con la piel ennegrecida y el andar de las botas de sol
A veces nado perdida entre imágenes, sin conciencia y a destiempo Luego me disuelvo
Sentada bajo la sombra de un roble Admiro mi bosque dormido en el ti… Raudas en entretejer una alfombra… Las hojas se despiden de los insta… Adelfas azucenas presas del deliri…
Al estar conmigo misma siempre habrá un sonido o un canto de verdad dolorosa removiendo los cimientos. Entonces recogeré del pavimento
El agua ofrece la espalda y concede un rosal. Oh! Pétalos de naipes, árboles sin nombre que en un día