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Cuando envejesca
el cielo de veras que no es este de ahora el cielo de cuando me jubile”
Mario Benedetti.
Cuando llegue la hora y por fin me dé cuenta
Cuando el tiempo toque la puerta de la soledad compartida
Y deje al fin, después de mucha y mucha resignación
que la respiración tranquila y el silencio de hierro me cubran
Dejaré entonces pasar la pobreza de mi cuerpo, los achaques de los huesos
El olvido de mi memoria
Me pondré un poquito nostálgico
Mis ojos en un momento estarán fijos
Y estaré Sumando en silencio mis nostalgias y alegrías
Sumando recuerdos
Restando tristezas
Trazando lenta y desmemoriadamente los planes
Que nunca fueron.
Habrá tiempo entonces para conocerme mejor
Recordarme como era y sigo siendo
Aprenderme como estaba y como estoy
Habrá un sinfín de oportunidades
Para verte detrás de mis ya tan rayados lentes
De la vejes
Tendré tiempo para charlar en silencio
Y para mecernos y mecernos en un vaivén sin melancolías
Estar en un ir y venir de miradas y esas miradas serán
Bienvenidas
Tomare todo el tiempos de mi bolsillo
Te acompañare
Me acompañaras
Con mis cinco y un sentido
(porque considero que al pasar de los años la paciencia
Es un sentido más)
Palpare mi paciencia con mi dedo índice
Y tú la señalaras con el tuyo mi presencia
Y se unirán en una mirada
Tomare el sol con tu dulce y compacta compañía
Todo pasara sin demora
El tiempo, las horas, la juventud sin darnos cuenta
Todo sin demora pasara
Cuando llegue la hora y por fin nos demos cuenta
El tiempo jugara con nuestra memoria
Y yo jugare con los recuerdos
Cuando nos demos cuenta de que por fin y casi
Ya a pocos minutos ha llegado la hora
Entenderé que los huesos ya no van
Y que debo llevarlos
Entenderé por fin que cuando envejezca
Ya no tenderé miedo.
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