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en el raciocinio desplumado de su aliento
no caben vuelos bajos
ni cabotajes de unísono lejano
en el despótico desenlace
de un corroído manicomio
ella es un proverbio caminante
sabe de oráculos dilucidados
puede descamar todos mis apodos
con la hoz de su voz tangente
ella descarboniza los letargos
entreverados en mi ombligo
¡ay magneto de terciopelo!
si tan solo supiera
que su útero aurórico
puede engendrar mil astros
que su almendra escarlata
le da vital fulgor
a esta bífeda lungualidad adormecida
por unas gélidas escamas
que obturaban mi codicia.
Con mi escalpelo de aire
corté una comisura temporal
para troquelar su geografía
en la palma de mi sueño.

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