#EscritoresCubanos #EscritoresMatanceros #ParaNiños
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)
Cinta de arena para la nena. Gorro de sal para el coral. Y para el sol
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
Subes a la portada, ¡quiquiriquí! entusiasmado cantas, ¡cucurucú! Veo tu pico amarillo,
¡Tilín! ¡Tilán! Campana de oro de la mañana. ¡Tilín!
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
En primavera, nidos y flores. En el verano, lo aguaceros. En el otoño, las hojas secas. Los aguinaldos en el invierno.
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
Miniatura marinera, filigrana de madera, ámbar, jade verdemar. Caballito de sal fina, bailarín, aguamarina,
Aserrín Aserrán. Puñadito de violetas, limoncito verdemar, anillito de corales.
El oro de la tarde tiñe la copa de una vieja yagruma quieta y sedosa. Duerme cansado el viento
Al mediodía, cristal el agua, cristal las hojas, cristal el día. Cristal, cristales,
De la lunita nueva vuela una garza; tiene el cuello nevado, de azul las alas. Volando viene