Descalza en el umbral de la mañana naces de un fondo de amapolas rota… y de ti misma convertida brotas en geranio, en naranja y en manzan… La dulcísima brisa una ventana
A la orilla de tu voz —agua, sueño, transparencia— asomarme. Verme puro—verdadero— en temblar de ramajes
Déjame tomar asiento En tu preciosa canoa Y poner al cielo proa Navegando por el viento. Muévame el Divino Aliento
Tu aceite crece en perfumadas veta… de fosfóricos tonos amarillos que despide a los tardos lazarillo… y declara baldadas las muletas... Sobre la piel tatuada por las grie…
Tierno glú—glú de la ele, ele espiral del glú—glú. El glorígloro aletear: palma, clarín, ola, abril... Tierno la—le—li—lo—lú,
¿Adónde vas, Tardecita, tarde de curvas alegres, vestida de sol y brisa con anchos vuelos de música? ¿Adónde, adónde vas, Tarde?
Cada cosa tiene un pulso: Pon la mano en su latido. Cada cosa dice algo: acerca humilde el oído. Poema de la ele
Si pregunta por mí, traza en el su… una cruz de silencio y de ceniza sobre el impuro nombre que padezco… Si pregunta por mí, di que me he m… y que me pudro bajo las hormigas.
¡Ah, cuándo vendrás, cuándo, hora… entre todas, dulzura de mi encía, en que me harte tu presencia. Enví… reflejo, resplandor al miserable! En tanto que no acudas con tu sabl…
Caiga el polvo habitual de la mira… la sombra veladora de las cosas, y desvestidas quédense las rosas y desnuda la voz enamorada de un arpa con las cuerdas de diam…
¿Eres el que lloroso encanecía príncipe de la pluma esplendorosa, que si no el don perfecto de la ro… tienes don de profética elegía? Levantas tu escarpada melodía
Apaga, Muerte, esta indecisa llam… de aletear tembloroso de falena y pon sobre mi frente al fin seren… la luz tranquila y la desnuda rama… Que si yo ardí, querer que se derr…
Del punto claro donde nace el día y la lechosa estrella palidece miro caer las rosas que a porfía el alba pura entre sus dedos mece. La lengua que bañada en armonía
María Belén, María Belén, María… María Belén Chacón, María Belén… con tus nalgas en vaivén, de Camagüey a Santiago, de Santia… En el cielo de la rumba,
Yo, con las piernas tullidas. (El día —Mercurio de sol y prisa— corre en sus alas de nickel.) Yo, con las manos inútiles,