#EscritoresChilenos (1924) Canciones Ternura cuna de
Madre, cuando sea grande, ¡ay..., qué mozo el que tendrás! Te levantaré en mis brazos, como el zonda al herbazal. O te acostaré en las parvas
La maestra era pura. “Los suaves… decía, “de este predio, que es pre… han de conservar puros los ojos y… guardar claros sus óleos, para dar… La maestra era pobre. Su reino no…
La isla celebra fiesta de la niña. El Trópico es como Dios absoluto y en esos soles se muere o se salv… Anda el café como un alma vehement… en venas anda, de valle o montaña
Duerme, duerme, dueño mío, sin zozobra, sin temor, aunque no se duerma mi alma, aunque no descanse yo. Duerme, duerme y en la noche
Pasa por nuestra Tierra la vieja Cabalgata, partiéndose la noche en una pulpa clara y cayendo los montes
¿A dónde es que tú me llevas que nunca arribas ni paras? O es, di, que nunca tendremos eso que llaman “la casa” donde yo duerma sin miedo
Estoy metida en la noche de estas raíces amargas, ciegas, iguales y en pie que como ciegas, son hermanas. Sueñan, sueñan, hacen el sueño
Entre resplandores y humos, exorcismos olvidados, la indiada secreta va y viene, brazos en alto, o se calla en piedra atónita,
Dónde la humedad se guarda asistidora y mansueta y el resuello del calor no alcanza a la Madre Gea, suben, suben silenciosos
En costa lejana y en mar de Pasión, dijimos adioses sin decir adiós. Y no fue verdad
El mar sus millares de olas mece, divino. Oyendo a los mares amantes, mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche
Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la Tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío, juega con ella... Se oyen cosas maravillosas
Él pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros
Si me dais una estrella, y me la abandonáis, desnuda ella entre la mano, no sabré cerrarla por defender mi nacida alegría. Yo vengo de una tierra
Ya me voy porque me llama un silbo que es de mi Dueño, llama con una inefable punzada de rayo recto: dulce-agudo es el llamado