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El jardín de lilas

De moras y granadas.

Vamos a nuestro jardín, donde me acuesto y mis lágrimas no son burladas, donde las flores acompañan mi dolor con fragancia.
 
El mundo es cruel, espontáneo y da miedo.
Me pierdo con facilidad, en la multitud y en la soledad.
 
En mi jardín, nadie me acompaña,
en mi jardín, nadie me traiciona,
en mi jardín, no se miente.
 
El dolor suele ser asfixiante, un recuerdo es retorcido cuando el tormento no es superado.
La nostalgia es como el café, es hermosa y es adictiva, así como es espinosa y acertiva.
No teme en reavivar una lágrima o una sonrisa.
 
Pequeño, no está mal llorar en tu jardín.
Ahí descansas y recuperas fuerzas del trauma; ahí te escondo de aquellos que razgaron tu alma.
 
Recuerda: todo cambia, nada es estático.
Todo cambia, incluso el dolor algún día cesará y en una sonrisa se transformará.
 
Sé que pareciera que nunca dejarás de amar u odiar, pero todo cambia; el océano de tus ojos algún día te limpiará de aquello que perdiste.
 
Todo cambia, todo se transforma.
Nada es permanente, nada es destruido.
El amor de hoy, es el propio del mañana.
El odio de ayer, es la bondad del presente.
 
En mi jardín, hay muchas lilas.
En mi jardín, abrazo a todos con añoro.
En mi jardín, descanso con todos.
Sé que algún día, este dolor interminable, también cambiará.

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