Un día, hablamos del hermoso arte de reparar lo que ya se había roto, dañado.

Siempre me he considerado personalmente como una complicada pero hermosa pieza de kintsugi. He estado rota, muchas veces, pero han sido esas mismas piezas las que me han ayudado a reconstruirme y ser quizás no yo misma, pero si una mejor versión de lo que un día fui.

Tengo la firme certeza de que incluso los huecos del tazón roto en el que me he convertido, tienen su belleza.

Después de ti, seré quien siempre quise ser. Me eligiere a mi misma, a mis metas y a mis sueños. Organizaré voluntariados, conoceré el mundo y trataré de amar todo lo que me rodea como siempre he querido y hecho.

Después de ti, seré un poco más yo, y también un poco más tu. Exclamare cansancio en voz alta al tirarme de un salto a mi cama, miraré las rocas y trataré de encontrar de donde vienen, saltaré de acantilados, correré detrás de autobuses, disfrutaré de los atardeceres o amaneceres como si fueran el último, escribiré cartografía, intentaré pintar nuevos cuadros, escribir nuevos poemas, rezaré a Dios y agradeceré un día más los alimentos, leeré nuevos libros y aprenderé nuevas lenguas.

Después de ti seré un poco más yo, pero también un poco más tú, pues en este nuevo kintsugi que me convertiré después de ti, será tu luz la que escape a través de los huecos recordándome lo hermosa que soy a pesar de estar perfectamente rota, como tú me enseñaste.