#amor #desamor #dolor
Hace dos años un catorce de agosto se detuvo el tiempo en una estación. Por un accidente
Y es que, para serte sincera, nunca he dejado de amarte, simplemente dejé de necesitarte (pero me muero por verte).
Siento tu cabello oscuro ahora en el viento diario, siento tus besos —el sabor de tus labios— en cada sorbo de chocolate.
Tengo la extraña habilidad de equivocarme en lo simple, de enamorarme de los errores, de tropezarme todos los días con la misma piedra de ayer.
Y es que ninguna obra de arte se compara con tus ojos, así como ningún asesino se compara a ti. Estoy muerta
Cuesta encontrar a alguien que me escuche cuando no quiero hablar, que me mire cuando no puedo ver.
A ti, que sin pretender cambiarme transformaste mi vida y me amaste aun cuando ni siquiera yo misma podía soportarme.
Vendería, si pudiera, mis miedos y mis tristezas a cambio de convertirme en alguien que te gustara. Pero debo arrepentirme
Cambiaste de vida, de ropa, de casa, de ciudad y de amor:
No me gustaría dedicarte poemas, ni siquiera unas pocas líneas, ni canciones o dibujos, ni frases de amor ni de odio. Es más, ni siquiera quiero
Doce meses, un año Tratando de olvidarte. Once semanas, dos noches Pasando horas de insomnio. Diez días, tres almas
Me gustaría verte sonreír una vez más, escuchar tu risa, mirarte a los ojos, otra vez.
Me paseo entre cuatro paredes, pateando recuerdos, corriendo papeles, nadando en mis miedos. No te perdí,
A ti se te hizo difícil amar, a mí me costó olvidar, pero al final tu muerte es cuestión de esperar.
Mirarte a los ojos, reflejarme en ellos, parpadear de pronto y ver que no estás sino solo yo