#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #Generación27 #Nana
Perdido está el andaluz del otro lado del río. —Río, tú que lo conoces: ¿quién es y por qué se vino? Vería los olivares
«¡Varsovia, Varsovia! Despierta.… Sal a recibirme con tu traje nuevo… Sal a recibirme, sal, mi dulce ami… Más que amiga, hermana, dulce herm… ¿Dónde están tus firmes hombros de…
Entraña de estos cantares: ¡Sangre de mi corazón, tarumba por ver los mares! El mar. La mar. El mar. ¡Sólo el mar!
Si el aire se dijera un día: —Estoy cansado, rendido de mi nombre... Ya no quie… ni mi inicial para firmar el bucle del clavel, el rizado de la rosa,
Toma y toma la llave de Roma, porque en Roma hay una calle, en la calle hay una casa, en la casa hay una alcoba, en la alcoba hay una cama,
«Yo he visto Panamá desde las nub… como albos continentes sin viajero… de norte a sur, y comprobando el I… sobre una larga zona de uniformes: la flor del mar Pacífico, entrevis…
Era en el comedor, primero, era en… comedor de los seis: Agustín y Ma… Milagritos, Vicente, Rafael y Jo… De allí me viene ahora, invierno a… casi perdidos ya, desvanecidos mío…
¡Jee, compañero, jee, jee! ¡Un toro azul por el agua! ¡Ya apenas si se le ve! —¿Quééé? —¡Un toro por el mar, jee!
Y el mar fue y le dio un nombre y un apellido el viento y las nubes un cuerpo y un alma el fuego. La tierra, nada.
A ti, esqueleto ornamentado, llena rosa mural en él enguirnaldada; vestido de los huesos, revocada luz en relieve y sólida azucena. A tí, veloz, centella la melena,
Cuando para mí eran los trigos viv… y la escarcha los lloros helados d… alguien me enyesó el pecho y la so… traicionándome. Ese minuto fue el de las balas per…
Lejos, lejos. Adonde las estancias olvidan guant… y las consolas sueñan párpados y n… Un sombrero se hastía y unos lazos sin bucles se cansan.
Precipitadas las luces por los derrumbos del cielo, en la barca de las nieblas bajaste tú, Ceniciento. Para romper cadenas
Y fui derrotada yo, sin violencia con miel y palabras Y, sola, en provincias de arena y de viento
Para algo llegaste, Altair, desce… de tu constelación en pleno día. Nunca bajó una estrella a enramarse del sol de los olivos, ni la cal de los pueblos