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EXILIO

Estoy condenada a un destierro
tan eterno como tu indiferencia.
Soy como los cuatro elementos
de la Madre Tierra.
Soy como el aire que pasa rápido
y juega con tu cuerpo.
Soy como el fuego que quema
en medio de tu pecho,
que sólo lo apaga el agua de mi boca.
Soy como la tierra que pisas
y siempre está bajo tus pies.
Bien sé cuál es mi sentencia
los jueces me condenaron
por un pecado tan inocente
como irresponsable.
Pero cedros del Líbano
saben de nuestro amor,
tan prohibido como apasionado.
Yo a la oscuridad de mi casa,
tú a los rescoldos de una pavesa.
Huye, huye amado mío
al monte de las Balmasedas:
allí te esperaré yo
pero te miré a los ojos y vi la necedad
leyendo en ellos la sentencia final.
Entonces entendí que estaba condenada
a este exilio en soledad.
Tú vives ahora en los rescoldos
de esta loca pasión nuestra.
Yo vivo en este destierro en esta tierra de nadie
ya nadie puede tocarme.
Porque estoy estigmatizada
por el pecado del amor.



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