10/13/2017
Mi querida maestra: Eras una y única nuestra, latía en nuestro corazón, la fe de volverte a ver, sin nosotras poder saber,
Nueva vida latía en su interior. Su juventud extrema, arropaba su vientre
En soledad el eco del silencio anida en mí.
¡Pobre Arlequín! lloran tus ojos… aunque en tu rostro exista la sonr… sólo es tuyo el lamento de la bris… que con amor y gran ternura vistes… ¡Tú, mi Arlequín! que escasamente…
El pajarillo, entona su tristeza. ¡Desde la jaula!
Los sentía tan cerca, que sus corazones latían junto al mío y sus risas... sus risas
Si perdonamos, liberamos el alma y nuestro ser. Pero sólo, si lo hacemos de verdad.
Corro sin cesar y el rugir del viento me golpea. Los sauces implacables y desafiantes,
Si los suspiros mueren en el oído de quien los causa, la vida fuera mucho más bella y placentera.
La lluvia moja, cala el alma, la piel, turba mi mente. Siento el jugueteo húmedo que viene y va... y se seca.
Grabo el instante, es el reto a seguir, y... llegas tú.
Siento tu risa como ese eco distante que se aleja en la frialdad de cada invierno. Y tu voz...
En el silencio, mi oído siempre alerta, siente al fin... ¡paz!
Gracias te doy por estar presente en el día a día. Tu amistad sincera es regocijo y aliento.
Croa la rana, salta al oscuro charco. Mira al nenúfar.