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Los...

Ellos...

Que tan ruín he sido, impostor de lo imposible, malversador de lo ajeno.
 
Diezmado por la conciencia, y por la droga de la abyecta codicia.
 
Escuecen las llagas de papel, duele no poder comer.
 
Labran la tierra los labriegos, queman la maleza y siembran centeno.
 
Vivo condenado y amargo a mis órganos con el embriago de la culpa .
 
Vivo condenado y me condena la consecuencia ahora consciente de mis actos.
 
Que tan ruin he sido, impecable en el robo, frágil en la memoria.
 
Beneficiado por la supremacía de la corbata ahora encorbo la mirada para dirijirme a ti.

La piel de un corrupto redimido.

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