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Añoranzas de amor.

La peor forma de extrañar a alguien
es estar sentado a su lado
y saber que nunca lo podrás tener
(Gabriel García Márquez)

Aún te puedo sentir, en el sendero a tu contraluz,
los años que a tu lado nunca se me hicieron largos.
Aún veo tus lazos de seda que, rodean tu cintura
y en las cenefas de tu ventana, se vislumbra un sol.
 
Aún puedo ver en el cuadro de un empíreo azul
por donde vuelan las gaviotas fugaces, estorninos y mirlos,
que reflejan el color de tu pelo al viento.
 
Se pararon los pasos que, al oír un simple suspiro de mí,
andando cachazudo van, porque no te quieres ir
y el tiempo se para a tu tranco,
buscando el rastro de tus pisadas.
 
Aún puedo sentir tu aroma a la flor de la azucena,
con su tallo alto que encumbran tu frontispicio,
dejando asomar solamente tus ojos irisados de color añil.
 
¿Y tú no me conoces? me exacerbas increpando mi exaltación,
cuando dices no acordarte de mí.
 
Aún puedo verte, asomando tu torso en ese balcón,
rememoro tus trenzas pendiendo del barandal
y las flores se apartan a tu sibilino ascenso al altar,
que te dispuso el Dios Apolo por culpa de tu belleza.
 
Qué dura se me engendra la vida,
qué soledad abraza con sus garras mi alma.
 
Aún te recuerdo con tu talle espigado,
conquistando el cielo con la mano,
que desgarraba mi alma queriéndote alamar,
algo se me muere viéndote partir.
 
Aún te recuerdo a mi lado.
 
Suspiro un buen momento para atenderte,
añoro tus suaves manos al acariciarme,
deseo tus labios carnosos cuando me besas,
y, ahora, solo quiero que estés a mi lado,
solo añoro tus abrazos.
 
Solo los dos transitando hacia el horizonte.
 
Poem & Rhápsody ©2022
La fina piel de la cáscara
Alfonso J. Paredes

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